El puente del enamoramiento al amor consciente – Amor de pareja

Puente enamoramiento

Hace muchos años creía firmemente en el concepto de alma gemela como dos partes incompletas que, al unirse, experimentaban el amor profundo y verdadero. Me imagino que toda esta creencia fue construida desde la infancia por los imperativos de género femenino versus el masculino y para evitar que las personas nos ocupemos primero de nosotros. El mensaje era claro: busca a alguien que te mantenga y te haga feliz (sin importar cómo estás tú y que sientes y deseas para ti). 

Nada más lejos de la realidad. No somos medias naranjas buscando ansiosamente alguien que nos complemente. Si adquirimos esta visión del amor, con un poco de suerte, lo que encontraremos será drama, desolación, frustración y una auténtica sacudida por encontrar alguien con el mismo vacío o mitad a rellenar que la nuestra.

Enamorarse es una experiencia maravillosa, extasiante y fugaz como puede serlo cualquier orgasmo. Cumple una función biológica, emocional, de pertenencia y sosiego que a corto plazo fortalece al ser y le otorga seguridad y estima. Si bien, es un estado caduco y transitorio, como lo es casi todo en la vida. El enamoramiento necesita evolucionar hacia el Amor para poder seguir existiendo desde una modalidad más elevada, sostenida y vivida como lo que es: consciencia. 

Así pues, ¿cómo cruzamos este puente? ¿Qué precisamos para crear una relación de pareja con fundamentos de Amor consciente? Con muchos y muchos ingredientes, siendo la masa madre estos tres elementos: 

  • Certeza y confianza en el Amor: des-fusionarnos de la pareja, sentirnos plenos cada uno de nosotros para poder entrar en un flujo de compartir recíproco y evitar las constantes demandas afectivas de uno al otro. 
  • Conocerse y aceptarse así mismo: indiscutiblemente mediante trabajo de auto indagación y, si es necesario, terapéutico. 
  • Humildad: entendida en su aspecto de aceptar la imperfección del ser humano en todos sus aspectos y en preferir “no ganar la batalla” sino “mantenerse en paz”.

Adicionalmente, existen dos factores sistémicos clave que no deben obviarse y pasarse por alto: el nudo de conflicto más habitual en una pareja está basado por los cimientos de la relación que tenían nuestros padres y el concepto de amor que tenemos es directamente proporcional al concepto de hogar que sentimos en la infancia (hogar=amor). “Darse cuenta de ello” y reconstruir el concepto de amor, en caso de no ser el adecuado, es el primer paso para construirnos y vivirnos en una pareja consciente.

Por ejemplo, en medio de una acalorada discusión siempre hay una parte de nosotros que está dispuesta a abrir los brazos al otro, besarse y dejar la lucha. No obstante, si vivimos en la infancia un hogar donde la relación de pareja era un constante discutir, una constante guerra de egos, violencia, intimidación, engaño y manipulación creeremos que eso es amor y que ya estamos haciendo lo que parece ser que es amar. 

¿Irrefutablemente podemos afirmar que es nuestra pareja la que nos daña? ¿No será que repetimos situaciones para abrir, revivir y recrear el daño y dolor de las heridas no atendidas y silenciadas? ¿Acaso nuestras parejas no son el principal espejo donde vemos reflejadas nuestras sombras y máscaras de supervivencia?

Ante una discusión, si paramos, respiramos y aceptamos que nos importa más tener la razón que vivir en paz, daremos espacio a mirar a nuestra pareja con unos ojos distintos de las gafas del egocentrismo. Unas gafas de honestidad y humildad que nos permitirá aceptar que hay algo en mí pendiente de ser sanado o atendido y que la otra persona, como todos, también tiene sus propias heridas y dolores. Mantenerse en una posición de igual por igual, sin soberbia, quizás nos permita comprender las heridas y limitaciones del otro, y a sentir benevolencia en lugar de rencor o rabia. Partiendo así, se puede construir un camino de sanación en pareja altamente creativo y expansivo a vivirse de una distinta manera. La compasión y la benevolencia incluyen la toma de decisiones, así como el responder como consideremos; ahora bien, nuestras decisiones y respuestas no vendrán teñidas de una reactividad que refuerza el dolor y el sufrimiento.

Cabe pues plantearse, ante cualquier dificultad de pareja, desde dónde estamos amándola, si desde la necesidad o desde la complitud. Ser honestos con uno mismo para preguntar qué nos hace mantener el vínculo con ella. Si optamos por separarnos o alejarnos de ella sin sanar nuestras heridas con gran probabilidad encontraremos otra donde repitamos exactamente los mismos obstáculos, patrones y roles. “Lo que aceptas, te transforma; lo que niegas, te somete”, Carl Jung. No por cambiar el sujeto se eliminan los problemas. El cambio está en uno mismo y una relación de pareja brinda la oportunidad mágica de hacerlo en equipo y afianzar un Amor ahora sí verdadero y entero. 

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23 de febrero de 2025
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