“No eres la charla que oyes en tu cabeza; eres el testigo que oye esa charla.”
(Nisargadatta)
Meditar es Amar.
Te muestro como llego a esta afirmación. Meditar es un acto físico y una actitud mental que te entrenan para alcanzar un estado de consciencia donde todo el flujo de pensamientos, emociones, constructos e imágenes se conviertan en objetos observables y, por tanto, que están des-identificados de Ti. No es lo mismo captar que “hoy estás iracundo” a vivirte como “Yo soy iracundo”. En el momento que puedes observar que los contenidos mentales no te pertenecen cuáles elementos indisolubles y, que, en todo caso, tienes elección sobre ellos, las cosas cambian, y mucho.
El acto físico es la postura: espalda derecha sostenida en una silla, cojín o márfaga. Si estás sobre un cojín en el suelo pon las piernas cruzadas. Es aconsejable retroceder ligeramente la barbilla hacia atrás y permanecer con la cabeza recta (ni arriba ni abajo) como si te estuvieran tirando de un hilo. Con tus hombros haces una rotación hacia atrás para abrir pecho y luego colocas tus manos sobre las piernas o bien, si así lo sientes, realizas una posición de mudra. Y, lo más importante, respirar. Respira amablemente como sueles hacerlo, sin forzar ni intentar que sea distinta. Respecto a la postura, no es recomendable meditar tumbado, ya que es más fácil que en esta postura aparezca la somnolencia. Asimismo, intenta evitar meditar después de comidas copiosas. Si ves que estás muy agitado emocional o mentalmente es preferible primero empezar con ejercicios de relajación corporal inclusive, si te va bien, con meditación en movimiento (p. ej. las de Osho). Además, puedes auto practicarte el abrazo de mariposa para bajar antes de meditar la intensidad emocional. Por último, cierra los ojos o déjalos semi abiertos, como tu lo sientas.
La actitud mental son las 3 “A”: Acepta todo lo que suceda dentro de ti; Ábrete a nuevas sensaciones y experiencias; y Aprecia que estás vivo y que es un milagro todo lo que eres y tienes. Como resultado, tendrás una actitud de honestidad radical, de humildad frente a la vida y de relajación que te permite entrar en tu zona meditativa.
Al estar predispuesto en cuerpo y actitud, empiezas a observar todo el baile que está dentro de ti. Entran emociones, pensamientos, tics físicos, un auténtico vals asincrónico. Al observar, inevitablemente, vives en el Ahora, estás presente en lo que sucede justo en el instante. Ves pasar por delante tus pensamientos, preocupaciones, emociones. Las ves pasar y dejas que pasen ya que no responden al Ahora. Y en este espacio que estás creando, de continuos “dejar pasar”, mirar y observar, sucede lo que se llama “darme cuenta”. Por ejemplo, sucede que me doy cuenta que el enfado de esta mañana con mi marido es por un miedo profundo que tengo a perderle y frente al miedo de perderle mi mente crea la rabia para protegerme del dolor eventual de no estar con él.
Cuando entran en escena los “darme cuenta” es que vives con Consciencia.
¿Y qué es consciencia? Pues un abanico inmenso e infinito de “darte cuenta”. Sobre ti, sobre los que te rodean, sobre los sucesos, sobre tu existencia y un largo etcétera. Consciencia también es todo lo que sientes, piensas y actúas en el Ahora. Justo Ahora mismo, todo es perfecto. No hay ansiedad de la deuda que tienes que pagar mañana ni el recuerdo de una discusión con tu pareja de tuviste ayer. Ahora, ahora que estás leyendo esto y estás focalizado y atento a la palabra que lees, dime: ¿Qué problema tienes? Es cuando vas y vienes del pasado al futuro cuando tu mente se pone en funcionamiento como el barco que no para de moverse en medio del oleaje. Si bien, tú sabes que subyace una ancla poderosa, firme, ecuánime que te sujeta pase lo que pase y confías en ella, por qué ves todo el mapa completo y, al verlo y aceptarlo tal cuál es, vuelves al Ahora donde estás leyendo de nuevo estas palabras y gozas de bienestar. Pagarás la deuda y soltarás el resentimiento con tu pareja sin más turbulencia y en el momento que deba suceder, ahora ves la película y puedes actuar con neutralidad y sin desbordamiento.
Para vivir en Consciencia puedes utilizar la meditación y también 2 cosas más: el estudio que, sin duda, también es un estado meditativo, y la reflexión de lo que has experimentado -aprendizaje integrado-.
Al meditar alcanzas entrenamiento en lo que se llama la Consciencia Testigo. Atestiguas lo que transita en ti, desde un pensamiento hasta un espasmo corporal hasta una tristeza profunda y escondida años atrás en tu interior. Al ver que no “mueres” por observar y por dejar sentir todo lo que hay en ti, ganas seguridad a la vez que confianza en algo mayor y más grandes que tu Ego. Si observas un ancla dentro del mar, verás que firmemente está sujetando toneladas de peso y está permitiendo que el barco no se aleje más de lo necesario para garantizar la seguridad de los que están dentro. Cuando eres capaz de ver y observar el ancla, así como el barco sujeto a ella, desarrollas tu Yo Testigo. El ancla no sabe cuánta gente hay dentro del barco y si hay otros barcos alrededor. El barco por sí mismo, ni la gente que está dentro, ve donde está situada el anca. El Yo Testigo lo ve todo en panorámico, acepta que no puede evitar que el barco tenga movimiento y experimente oscilación. También confía en que el ancla está haciendo su función y siente, “de repente”, que fuera de toda la visión, existe una Testigo mayor que aguarda y sostiene toda la estampa, quizás el observador del observador…
No andas por la calle sosteniendo un espejo de mano, de ahí que no puedas ver tus propios ojos de forma natural y permanente. ¡Imagínate con tus pensamientos! ¿Cómo puedes saber dónde están y de dónde vienen sino los transciendes? Hasta que no “sales” del planeta tierra no alcanzas a comprender su posición en el universo, pues esto mismo es lo que entrenas al meditar, la visión global. Meditar no es alcanzar un resultado, por qué no lo hay, justamente al meditar experimentas -ni que sea una fracción de segundo- la no dualidad y la no materialidad. Meditar es un estado que te permite y favorece a tu expansión de consciencia y de lo que te rodea de forma ilimitada.
Al meditar entras en presencia, al estar presente vives en consciencia testigo. Muchos entrenamientos de consciencia testigo te llevan a vislumbrar una panorámica mucho mayor a la de tu propio testigo y es ahí donde sucede la emoción genuina y pura de Amar. Por qué en realidad, ¿qué es Amar? Lo opuesto a Amar no es odiar, sino que es el Miedo. Cuando sientes en tu propia piel que algo mayor a ti te preserva, te protege y que todo lo que sucede tiene lógica, aunque tu mente no lo entienda, cesa el miedo y sólo hay espacio para Amar.
Meditar es Amar, ¿Te atreves a probarlo? Ojalá pudiera transmitirte mejor cómo y por qué sucede lo que te he contado más arriba, pero no puedo. Es tan sutil y aleatorio para nuestra mente que me resulta difícil. Hay momentos que meditas y te sientes muy agitado e incómodo, tanto que estás a punto de levantarte de tu cojín y salir corriendo. Ese día, donde tu mente te dice “que has meditado mal”, en pocas horas compruebas que “has entrenado muy bien” y que la respuesta que has dado a tu jefe en tu trabajo o a tu hijo ha salido de un lugar distinto al habitual. Ni te cuento lo grandioso que es sentir que antes de agarrar un objeto adictivo (p.ej. un cigarrillo, o una copa) agarras un espacio donde nadie te ve y respiras hondo 3 veces y notas como “de repente” todo pasa y nada queda. Te anclas en el Ahora donde nada es ni bueno ni malo, simplemente Es y se desvanece la tormenta. Como dijo Taisen Deshimaru: “Aquí entre las bombas, ¡que buen momento para meditar!”
Silencios que hablan. Así de simple, cuando silenciamos y observamos sucede la experiencia de amar como resultado de aceptar, abrirse y apreciar lo que eres y somos todos.
En paralelo, al meditar alcanzas unos beneficios que, aun y pasar desapercibidos, se instalan para no irse de ti: disminución del nivel de estrés; mayor sosiego y confianza como actitud vital; incremento del sentimiento de compasión hacia ti y los demás; cambios neuronales que potencian tus capacidades; mayor autoconsciencia; incremento de la capacidad de memoria a corto y largo plazo; desarrollo de habilidades intuitivas y creativas; plasticidad neuronal; capacidad de sostener emociones contractivas o sucesos dolorosos sin desbordamiento físico y emocional; prevención de adicciones y recaídas; capacidad de recuperar la regeneración celular; entre otros.
Puedes practicar cuantas veces quieras al día y en los lugares que quieras. Además, recuerda que la meditación empieza justo cuando acabas la sesión. No obstante, es aconsejable reservarte un espacio diario de entre 20 a 25 minutos, preferiblemente por la mañana, y en un lugar que a ti te ofrezca serenidad y tranquilidad, para conseguir que se convierta en un hábito. Es preferible meditar cada día ni que sean 5 minutos que no un solo día 1 hora. Perseverar y desprenderte del resultado, no hay ninguna meditación ni buena ni mala, sólo existe una meditación: la que se hace.
Con la práctica meditativa alcanzas la meditación que es principalmente la capacidad de distanciarte de tus pensamientos, emociones y sensaciones para entender que fue lo que te pasó, aceptar lo que te dolió y aprender de lo que no funcionó.
>Si quieres iniciarte en la meditación puedes probar con meditaciones guiadas o grupales para que, de forma paulatina y amable, accedas a crear tu propio espacio meditativo. Te invito a que, cuando te apetezca, accedas a https://redtranspersonal.com/redmeditacion/ y puedas probar una meditación transpersonal en grupo. Es gratuito y en formato on line, con varias conexiones al día. También son muy útiles las meditaciones que ofrece Deepak Chopra en su canal de YouTube. Contáctame si te apetece profundizar en la técnica meditativa y el manto del mindfulness.